
El lado emocional de la vida en la granja
Levanten la mano si alguna vez han visto a un niño llorar porque vendieron su cerdo favorito. Sí, es una escena que conocemos de sobra, sobre todo en la semana de la Feria del Condado.
No se trata sólo del trabajo, se trata de los sentimientos.
Criar animales significa enseñarles a los niños sobre la vida de una manera que no encontrarás en ningún aula. Alegría, responsabilidad, emoción y sí, a veces lágrimas. Muchas lágrimas.
La vida en la granja no se trata solo de cascos y botas pesadas. Es abrazos y penas, todo en uno.
Y aquí está la cuestión: no lo cambiaría por nada del mundo. Porque enseñarles a mis hijos a preocuparse profundamente... esa es la clase de lección que les quedará grabada.
Lágrimas, crecimiento y grandes sentimientos
Los niños aprenden empatía en el momento en que tocan a su primer ternero lechero o nombran a su primer lechón “Wilbur”. Se encariñan, igual que nosotros, y ese es exactamente el punto.
Apego significa cuidar. Cuidar significa comprender que a veces las cosas no son iguales.
Cuando llega el momento de decir adiós, las lágrimas brotan. A veces, un río de ellas.
He visto a niños fuertes, de esos que pueden luchar con una vaca testaruda, llorar por un cerdito que se va como si fuera su mejor amigo. Y eso está bien.
Está bien llorar. Está bien sentirse desolado. Significa que están aprendiendo a ser humanos, no solo niños de granja.
Siempre les recuerdo a mis hijos que los sentimientos no son señal de debilidad. Son prueba de que estás vivo y atento.
Además, es una buena excusa para tomar un poco más de helado de chocolate. Solo digo.
Estos momentos también enseñan resiliencia. Sentir la pérdida, hablar de ella y luego seguir adelante. Sin olvidar, sino fortaleciéndose.
¿Y esta inteligencia emocional? No se queda solo en la granja. Se extiende a las amistades, la escuela y, con suerte, algún día, a sus propias familias.
Los niños que sienten profundamente tienden a ser el tipo de personas que el mundo necesita desesperadamente: amables, pacientes y reales.
Criando grandes corazones junto a grandes animales
Ser padres en la granja significa tener espacio para todo el desorden: la suciedad, las lágrimas y los triunfos.
Una nota para los nuevos padres: no solo están criando animales. Están criando humanos que saben amar, perder y seguir adelante.
Si estás cansado, abrumado o te preguntas si las emociones se alivian, aquí tienes mi consejo de hermana mayor: No siempre se alivian. Pero mejoran.
Las lágrimas son parte de la historia. Y un día, esos mismos niños podrían agradecerte por dejarlos llorar en lugar de ignorarlas.
Así que sigue dándoles el cubo y los pañuelos. Les estás enseñando a tener un gran corazón, y eso vale todas las lágrimas del mundo.